CUK 34: Invierno 2011 Álex Rovira, escritor

“Nos llegamos a creer que éramos lo que no somos” Los días 8 y 9 de marzo de 2011 Nutreco celebrará en Valencia la Nutreco Conference, el evento anual en el que la compañía establece su estrategia para los próximos meses. El ponente estrella de las jornadas será Álex Rovira, autor de libros como La buena suerte, La brújula interior o La buena crisis. Aprovechando la ocasión, hemos tenido la oportunidad de hablar con él y conocer más de cerca cómo es este licenciado en Empresariales y apasionado de la psicología, así como descubrir sus pensamientos sobre la vida, la economía, el amor, los valores, el miedo...  -David Marchal- ¿Cómo y dónde transcurrió su infancia y juventud? Nací en Barcelona, ciudad donde transcurrió toda mi infancia, aunque también veraneaba mucho en un pequeño pueblo situado en la comarca del Vallés oriental llamado Aiguafreda. Luego, a partir de la juventud, comencé a viajar mucho y hoy eso forma parte de mi etapa profesional. ¿Qué recuerdos tiene de aquella época? Muy agradables. Sin duda, la infancia es el paraíso. Guardo recuerdos muy bonitos y de mis hermanos, padres y amigos, de la escuela, de los maestros… He tenido, en general, una infancia feliz, aunque también hubo momentos de sufrimiento. ¿Y dónde decidió estudiar Empresariales? En Barcelona, en ESADE, que es la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas. La verdad es que era muy exigente, donde muchas personas querían entrar y los cupos de ingreso eran muy reducidos. Además, costaba mucho dinero, y como yo me pagué la carrera con créditos, la exigencia era doble: académica y económica. En buena parte soy lo que soy gracias a haber pasado por ahí. ¿Y cómo un licenciado en Empresariales acaba escribiendo sobre filosofía? Supongo que la cabra tira al monte. Cuando era pequeño, me apasionaba la filosofía y la psicología. Me interesaba todo lo relacionado con el conocimiento de por qué los humanos funcionamos como lo hacemos. Era un ávido lector de este tipo de libros, pero estudié Empresariales por tradición familiar. Afortunadamente, cuando acabé la carrera, seguí ligado a estas disciplinas en España y el extranjero. Unidas la inquietud psicológica y la formación empresarial, eso me hizo darme cuenta de que no quedaba espacio en el mundo corporativo para la reflexión filosófica y psicológica, y había principios obvios que estaban siendo olvidados como que no puede haber transformación económica si no hay transformación psicológica. A partir de ahí se generó el nacimiento de todo el pensamiento que he ido traduciendo en libros como La brújula interior, La buena vida o La buena crisis y relatos como La buena suerte, Los siete poderes del laberinto de la felicidad o Un corazón lleno de estrellas. ¿Qué le ha enseñado la psicología en su vida personal? La psicología es una disciplina que no la tienes que estudiar mentalmente, sino que la tienes que aplicar en tu propia existencia, porque la gran trampa es que la comprensión racional de los principios que te ayudan a gestionar la vida no garantiza en absoluto la puesta en práctica. Siempre digo que la palabra “agua” no moja. Para mí la psicología me ha sido útil en la medida en que te permite hacer un trabajo de introspección y, en consecuencia, de empatía. Tú no puedes comprender al otro si no eres capaz de comprenderte a ti mismo. Creo que la psicología se resume en un par de principios. Primero, no puedes dar lo que no tienes, no me refiero sólo a lo material, sino sobre todo a lo espiritual, a lo emocional. Por ejemplo, no puedes dar compasión si no eres compasivo. Y segundo, ves lo que eres, y muchas veces quien critica se confiesa, vemos en el otro parte de lo que somos. Ya lo decía Mandela: “cambiar a una sociedad es relativamente fácil, lo difícil es cambiarte a ti mismo”. El principal objeto de trabajo debería ser la propia alma, el propio ser, uno mismo; pero no desde el punto de vista de leer y aprender, sino desde el trabajo, la introspección, el cuestionamiento, la revisión de los valores… ¿Cree que en economía se han perdido ya esos valores que comenta? Totalmente. La crisis económica es, sobre todo, una crisis de valores y de conciencia. Lo resumo con una frase muy ilustrativa: hemos llegado donde estamos porque hemos comprado con dinero que de verdad no teníamos cosas que en realidad no necesitábamos a quienes no conocíamos o no nos caían bien avalando con activos que no valían lo que costaban en un sistema no regulado financieramente. Tanta mentira y a tantos niveles… A toda crisis se llega por el vicio. ¿Qué es eso? La negligencia, el abandono, el egoísmo, la miseria. De toda crisis sólo se sale mediante la virtud, desde la excelencia, la verdad, la voluntad, el reconocimiento de la realidad. Por tanto, si tú no tienes una psicología de calidad humana, no puedes crear una economía de calidad real. Entonces, ¿qué se puede hacer para cambiar la actual situación? A mí a veces me preguntan: "¿Cuándo acabará esta crisis?". Pero la pregunta está equivocada; la correcta es: "¿Cuándo acabará mi crisis?". Pero sobre todo es: "¿Qué estoy haciendo yo para que acabe?". El ampararse en la desgracia colectiva profundiza en la desgracia individual. Hay que pensar: "¿Qué puedo hacer y qué estoy haciendo? ¿Estoy dando lo mejor de mí, me estoy reinventando, me estoy moviendo, estoy negociando, estoy hablando…?”. No podemos pretender que los brotes verdes surjan cuando realmente no se está trabajando en el fondo de la cuestión, que es la educación, los valores, la conciencia, el rigor… Un país en el que Belén Esteban puede ser la tercera fuerza política tiene un grave problema cultural, gravísimo. ¿Cree que la sociedad española es consciente de la magnitud de la crisis que atravesamos? Hay de todo, no se puede generalizar. Hay personas tremendamente conscientes, que están empezando de nuevo para tirar adelante; mientras que hay otras que no, que prefieren pasarse la tarde viendo la tele o tomándose unas copitas en el bar y luego pedir la subvención. Hay de todo, como los países… ¿Por qué Alemania va bien? Porque es un país serio, ¿por qué Grecia va fatal? Porque no es un país serio. ¿España qué quiere ser? Si quiere ser serio, tiene que currar y con conciencia; pero si quiere darse a la buena vida sin pegar sello, lo pagará caro, y lo está pagando. Nos llegamos a creer que éramos lo que no somos, ése es el problema. ¿Qué es lo que está haciendo bien Alemania que estamos haciendo mal nosotros? Profesionalidad, rigor, voluntad de excelencia, inversión en bienes de equipo... Allí un oficial de primera se entrega a su trabajo. Aquí hay muchas personas que se han ganado bien la vida especulando. Piensa que la construcción llegó a ser prácticamente el 20% del PIB, con un incremento del percentil anual de casi un 10% o más en muchos casos durante siete u ocho años, creando un parqué de vivienda que era superior al que producía el resto de Europa y parte de Estados Unidos. Algunos economistas denunciábamos que esto era insostenible y que íbamos hacia una catástrofe. Y nos querían matar con golpes de gorra. Hay que cultivar la tierra, cosecharla bien, buscar la excelencia, cooperar, ser humildes, agradecidos, autoexigentes... Todo eso pasa por un cambio de actitud. No puedes hacer que el rosal crezca estirando de sus hojas, todo tiene su tiempo. Y tienes que prepararte, España tiene ahora prácticamente la productividad que tenía Suecia en la década de los 70. Eso es dramático, pero estamos en un entorno donde el mundo está creciendo un 4,2% y en los próximos cinco años van a entrar mil millones de consumidores de la clase media procedentes de India, China, Brasil y Rusia. El mundo va a crecer mucho. Pero si tú miras tu mundo desde lo local, estás muerto. Hoy el mercado es el mundo y compites con millones de personas y tienes que ser muy bueno en lo tuyo si quieres tener una posición relevante y diferencial, si no serás uno más. ¿Cómo se lucha contra esos países emergentes que tienen productos más baratos y gente más predispuesta a trabajar? Precisamente ése es el problema, ¿en qué medida un inmigrante encuentra un trabajo cuando el local no lo quiere? Son muchas cosas que se juntan. ¿Por qué hemos llegado a tener aquí en España una mano de obra no especializada que la han cubierto los inmigrantes? Porque la propia mano de obra local quería ganar mucho. Hay mucha gente joven que le ofreces hoy, en las condiciones en que estamos, un puesto de trabajo y una carrera profesional y no lo quieren. Probablemente nos hemos llegado a creer que podemos ganar muchísimo dinero en muy poco tiempo, y se han olvidado de ir pasito a pasito… Esa cultura se ha perdido. Hablaba antes de Belén Esteban… ¿Qué referentes tenemos hoy? Referentes que no tienen oficio y que no generan ningún beneficio real, pero que están transmitiendo una cultura de holgazanería. ¿Cómo se compite con el inmigrante? ¡Diferénciate, fórmate, estudia! La excelencia no es azarosa, ni nace por generación espontánea. Es el resultado del esfuerzo, la determinación y el valor. Los valores crean valor; eso se ha olvidado, la psicología que da la economía. Por analogía, lo que crees es lo que creerás, los valores crean valor. Esa premisa tan simple de que el alma crea la materia, y cuanto mayor es la calidad del alma, mayor es el valor y la calidad de la materia, mucha gente no la tiene clara. ¿Cómo se puede motivar a una sociedad desmotivada? Ahí está la paradoja. Si alguien no quiere ser motivado, no le vas a motivar. Los seres humanos cambiamos por dos motivos: convicción, donde están los que crean valor, los que innovan, los que buscan la mejor oportunidad, los que se cuestionan…; o por compulsión, por bofetada. La inmensa mayoría de la población de este país cambia por compulsión, no por convicción. Si las ayudas europeas que hemos recibido en los últimos años se hubieran invertido como Dios manda, seríamos otro país; pero se gastaron en buenos vinos, buenos coches y mucha tontería. Ése es el problema. Son verdades a gritos, pero políticamente incorrectas. ¿Cree que es lo mismo ser conformista que intentar ser feliz con lo que se tiene? No tiene nada que ver. Yo creo que es inteligente reconocer el valor de lo que uno tiene. Eso es lucidez, ser feliz con lo que se tiene. Es valorar lo que tienes. Yo creo que eso es la felicidad, porque muchas veces tomas conciencia de lo feliz que eras cuando pierdes el objeto o la persona amada. Para mí la conciencia y la gratitud te llevan a reconocer el valor de la salud que ahora tengo, de la compañía que ahora tengo, de mis hijos, de mi pareja, de mis buenos amigos. Eso es ser lúcido. El conformismo tiene que ver con la resignación. Yo puedo ser feliz reconociendo que tengo a mis hijos y estando con ellos. El conformismo es “como ya los educan en el colegio, ¿para qué voy a hacer yo algo? La resignación es el suicidio cotidiano. En la medida en que tú te resignas, estás perdido y pierdes la batalla de la vida. ¿La sociedad española en general es conformista? Hay una paradoja. Creo que se está polarizando mucho. Tengo la sensación de que hay quien trabaja mucho y no le va mal a pesar de la crisis, y quien no trabaja y además no busca. Creo que en España hay gente muy trabajadora que añade mucho valor y que se mueve, cuestiona, propone, innova, busca salidas. Y luego hay otras muchas personas que quieren derechos, pero que no reconocen que tienen obligaciones. Ése es el gran problema. Hemos tenido un momento de tanta expansión económica y riqueza que hemos caído en la reivindicación del derecho. Desde el inicio de la crisis, las falsas bajas laborales se han reducido un 70%. ¡Es indecente! Siete de cada diez jóvenes españoles quiere ser funcionario, pero no por vocación, por seguridad. Si de ese 70% luego el 30 o 40% pide, como pasa en muchas comunidades autónomas, la baja sistemática, estamos hablando de un 20% de la población activa que quiere vivir de las rentas de falsas bajas. No puede ser, el sistema es insostenible. Y si se instala en la cultura nos pasará como a Italia o Argentina, estaremos muertos, el cáncer se habrá instalado en el sistema. La forma de contrarrestar esto es mediante ética, formación en valores y en las obligaciones, cultura del esfuerzo, mérito. Usted curra más y merece más, pero también sea solidario con quienes no tienen. Quien genera riqueza tiene que pagar más impuestos para contribuir a los niños que no tienen asistencia médica, a los pueblos que no cuentan con telecomunicaciones, a los ancianos que no disponen de asistencia... Ahora bien, no soporto al funcionario que dice: “Yo en realidad trabajo dos horas al día". ¿Y cobras por ocho? Pues entonces eres un indecente. Ésa es la lacra que tiene nuestro país: el pesimismo y la holgazanería. ¿Qué papel representa la mujer en nuestra sociedad? Son las que más trabajan, las que tienen más éxito en la creación de negocios, las que obtienen mejores calificaciones académicas, las que están menos tiempo de baja incluyendo la baja maternal, las que están mejor formadas, las más exigentes, las que combinan mejor las tareas domésticas y el trabajo… Y resulta que son las peor retribuidas, las que están en menos puestos del Ibex 35, las que están en menos claustros académicos… El futuro son ellas, porque además son más decentes que los hombres. Ellas albergan la vida y tienen una visión mucho más sistémica. El hombre es depredador por definición antropológica, y por tanto es lineal, frontal y agresivo por naturaleza. La mujer es perimetral. En un estudio que ha publicado hace poco el Banco Mundial en el que audita a 180 países, España ocupa el lugar 140 en cuanto a rigidez del mercado laboral. No hay opciones. Vete a Suecia, Finlandia, Dinamarca... Ellos tienen una regulación del mercado laboral mucho más flexible que la nuestra, lo que pasa que allí trabajan todos y todos generan valor. Reconocen el derecho de una mujer de tener sus hijos y criarlos y a ser ayudadas durante un tiempo y luego se les reinserta. Es un tema cultural. Por eso digo que lo que no cambiemos por convicción, lo tendremos que hacer por compulsión. ¿Cree que de algo negativo se puede extraer siempre la parte positiva? Se puede extraer siempre un sentido, no necesariamente algo positivo, pero sí un “para qué” que te permita tirar adelante. Yo siempre pongo un ejemplo. Mi tercera hija estuvo muy enferma y casi se muere. Yo pensé que si ella moría, dedicaría el tiempo a causas sociales de niños o de padres que han perdido a niños. Colaboro con varias ONG aportando financiación, he dado algunas conferencias a asociaciones de padres que han perdido hijos, y sigo en contacto con ellos. Eso es un sentido, el sentido que tiene el ser humano de transformar el sufrimiento en amor y creatividad. No es que todo lo podamos transformar en positivo, pero por lo menos la pregunta que nos tenemos que hacer es: "¿Qué nos está pidiendo la vida que hagamos para tirar adelante dentro de esta situación?". Yo conozco cada vez más personas que tienen ese atributo del que hablo en La buena crisis y que nadie conoce: longanimidad, que es grandeza y constancia de ánimo en la adversidad.  ¿El miedo a perder, nos hace perder? Casi siempre. Yo creo que en la vida hay una doble dialéctica: la del amor y la del miedo. La primera te pide mucho, de entrada no te da nada, pero luego quizás te lo da todo espiritualmente (el servir, el dar, el entregarse, el mejorar, el ser generoso, el ser amable, el dar lo mejor…) La dialéctica del miedo es “voy a perder”, “no me la juego”, “no arriesgo”, “no me preparo”… Si a un niño siempre le dices “te vas a caer”, al final se cae. Sin embargo, si tú le dices "corre y disfruta que te va a ir bien”, ese chaval vuela. ¿Liderar es simplemente servir? El verdadero líder es el que sirve, es el que de alguna manera no busca, el que ejemplifica, el que acompaña, el que ilustra, el que forma, no es el que dice "yo sé y tú no sabes”. Es el que con su propia grandeza no necesita declarar, sino que sus actos hablan por sí solos. Y esos actos le hacen grande porque se da, porque sufre, porque se entrega, porque trabaja, porque se sienta a hablar. El ejercicio de liderazgo testicular normalmente viene por el poder, por la arrogancia, por la chulería; es aparentemente eficiente a corto plazo, pero a largo plazo acaba normalmente drenando el talento. Como trasfondo de todo está la fuerza del amor, ¿cree detrás de ella hay un lado oscuro? El amor tiene varios grados, uno es el deseo, esa contraprestación esperada. Yo cuando hablo de que tengamos que poner la inteligencia al servicio del amor, me refiero al amor como voluntad de servir, de cuidar. Para mí amar es cuidar, y es aplicable desde a tu pareja, hijos, cliente o compañeros de trabajo. Para mí el amor no es sólo el deseo, es filia y es ágape, es amistad, voluntad de hacer que el otro pueda ser lo que está llamado a ser, de acompañar, de dar lo mejor de ti. Y ahí no hay lado oscuro. Puede haber lado oscuro en la dialéctica entre seres humanos, que a lo mejor no nos sabemos comunicar bien, o tenemos nuestros miedos y ambiciones; pero yo creo que como actitud, como disposición, lo que nos ayuda a hacer mucho más bella la existencia, no ya soportable sino con sentido, es esa disposición que te lleva a elegir tu mejor actitud posible ante cualquier circunstancia por difícil que sea con el fin de crear un vínculo con el otro. De cerca Un poema: Toda la obra de Antonio Machado y Mario Benedetti. Un libro: “El hombre en busca de sentido”, de Viktor Frankl. Un lugar para disfrutar: Cualquier parte del Mediterráneo. ¿A quién admira más?: A la gente cotidiana, a las personas que hace pequeños gestos cargados de valor, que son risueños, que son amables a la buena gente, en definitiva. Una comida: El gazpacho. Una afición: Nadar. Una canción: “Mediterráneo”, de Joan Manuel Serrat. Una película: “El secreto de sus ojos”, de Juan José Campanella. Una frase célebre: “La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”, de Carl Gustav Jung. Y otra de Jesús de Nazaret: “La verdad os hará libres”. En la soledad, ¿qué le gusta hacer?: Pasear con mis perros, perderme por el campo, explorar, salirme del camino… Frase “Me niego a renunciar a la utopía. Creo que hoy, más que nunca, son necesarios los idealistas sumamente prácticos, los que tocan con los pies en el suelo pero anhelan las estrellas. Pienso que la resignación es un suicidio cotidiano. Creo que cada cuál es responsable, no sólo y evidentemente, de su propia vida, sino de contribuir con su trabajo a una mejora en la vida del otro y a dejar un legado en forma de servicio, paz, salud, bienestar, prosperidad, amor y conciencia". -Álex Rovira-