CUK 35: Primavera 2011. Explotaciones avícolas

Ventilación de invierno en granjas avícolas. Gestionar adecuadamente el aire que circula por las granjas avícolas resulta fundamental para combatir las elevadas temperaturas que sufren las aves, mejorar su bienestar y optimizar el desarrollo de su sistema cardiovascular, respiratorio e inmunológico. - Juan Carlos Abad, Veterinario de Cobb Española - La ventilación en las granjas avícolas tiene fundamentalmente dos objetivos. El primero es facilitar las necesidades de oxígeno que tienen los animales mediante aire fresco y eliminar el exceso de humedad y los gases nocivos que se producen durante su crianza, como el amoniaco, anhídrido carbónico y dióxido de carbono. El segundo es luchar contra las altas temperaturas que sufren las aves durante los periodos estivales, disminuyendo la temperatura con sistemas de ventilación en túnel y de enfriamiento evaporativo mediante nebulizadores de alta presión o paneles húmedos a través de los cuales hacemos pasar el aire. Tradicionalmente, a estos dos diferentes objetivos de los sistemas de ventilación se les ha denominado ventilación de invierno o de mínimos y de verano. En esta revisión se tratará de la primera de ellas. Los avicultores siempre han dado mucha importancia a la ventilación de las aves. Inicialmente se hacía mediante la subida y bajada de ventanas, lo que se conoce como ventilación natural. No obstante, con la mejora del potencial genético de las aves y el aumento en sus requerimientos de oxígeno, ese tipo de ventilación no era capaz de satisfacer sus necesidades. Hoy en día, para obtener buenos resultados productivos, es necesario contar con un buen sistema de ventilación de invierno que trabaje desde la primera semana de vida, que es probablemente el periodo más importante en la crianza de los pollos. En ese momento es cuando se requiere un óptimo desarrollo del sistema cardiovascular, respiratorio e inmune que se necesitarán durante las últimas fases de crecimiento para obtener un pollo sano y saludable. Además, en el Real Decreto 692/2010 del 20 de mayo, se establecen las normas mínimas para la crianza de pollos dependiendo de la densidad de alojamiento. Cuando se críen los pollos a 39 Kg/ m2 se dispone, entre otras exigencias, las referentes a la calidad del aire en el que se crían los pollos: Amoniaco<20 ppm CO2<3000 ppm %HR<70%(durante 48 horas) con Tª ext<10ºC Inicialmente las necesidades de ventilación se calculaban en función de los kilogramos de carne que se alojaban en la granja, sin tener demasiado en cuenta el volumen total de aire, ni el recorrido que hace éste cuando entra en la granja. Durante los primeros días de vida de los animales, la ventilación mínima es importante, tanto en los periodos de frío como en los de calor, cuando los animales son muy sensibles a las corrientes de aire y a los niveles altos de amoniaco. REQUISITOS NECESA RIOS Entre los requisitos que se necesitan para obtener una buena ventilación de invierno son crear presión negativa, la dirección y velocidad del aire en la entrada a la granja y por último calcular la tasa de renovación de aire en base al volumen de la granja. Presión negativa Crear presión negativa es la mejor manera de lograr una buena distribución del aire en toda la granja con ventilación mínima. Esto se logra mediante el equilibrio entre la capacidad de extracción de los ventiladores y la superficie de entrada de aire. Una vez que se crea presión negativa en la nave, el aire entra por los puntos que tengan menor resistencia, que serán las entradas de aire dispuestas para ello, pero, además, por todos los huecos que tenga la nave. Cuantos más haya, mayor dificultad tendremos en crear la caída de presión que buscamos en la nave. Los puntos habituales por donde suele haber huecos por los que entra el aire son: el caballete del techo, alrededor de los ventiladores, alrededor de las puertas, alrededor de las ventanas en caso de naves abiertas, a través de las persianas de los ventiladores que no estén en funcionamiento (ventiladores de verano), por los paneles de humidificación… La nave debe sellarse lo mejor posible para que el aire no entre por estos huecos, pues no dirigirán éste correctamente hacía la parte superior de la nave, e incluso pueden crear corrientes de aire frío a la altura de las aves. La presión negativa determinará la velocidad del aire en la entrada de la nave y para su cálculo debemos tener en cuenta el ancho de la nave atendiendo a Tabla 1. Dirección y velocidad del aire en la entrada En una nave con ventilación estática el aire caliente siempre tiende a acumularse en la parte superior de ella, y el aire frío tiende a caer al suelo. Por ello el aire frío de la calle tiene que ir dirigido hacia la cumbrera para aprovechar ese aire caliente. La única manera para hacer esto es que el aire entre con velocidad y dirigido hacia la cumbrera. La velocidad se consigue, como hemos comentado anteriormente, creando presión negativa en la nave y la dirección mediante trampillas o tubos que dirijan el aire entrante. Los tubos tienen la ventaja de que ayudan a dirigir el aire a la cumbrera más fácilmente que las ventanas y evitan que el aire entrante choque contra las vigas que estén a la vista o con conductos eléctricos que estén colocados en el techo. Por último, hay que impedir que el viento entre a través de los tubos colocando un pequeño codo en el extremo que se encuentra fuera de la nave, y así evitamos que el aire entrante caiga a la altura de los pollitos creando corrientes de aire, enfriando la cama y provocando condensación. El aire también puede entrar a través de ventanas especiales o trampillas que lo dirigen hacia la cumbrera. Estas trampillas pueden ser motorizadas o simplemente abrirse de forma mecánica al aumentar la presión negativa. Estas ventanas tienen que tener un sistema de protección contra el viento, ya que si no el mismo viento puede aumentar la superficie de entrada disminuyendo la presión negativa de la nave y dificultando que el aire llegue a la cumbrera cayendo al suelo antes de mezclarse con el aire caliente que se acumula en la parte alta de la nave. Este tipo de trampillas permite aumentar la superficie de entrada de aire a medida que aumentamos la extracción, manteniendo la misma velocidad de entrada y incrementando el volumen de aire que entra. Cuando las naves que vamos a ventilar están cerradas con techos lisos y sin obstáculos, este tipo de trampillas son probablemente la mejor elección, pero siempre que estén bien protegidas contra el viento dominante. En el caso de naves abiertas, donde suele haber más entradas parásitas y los techos suelen tener las vigas a la vista, la instalación de tubos para la ventilación de mínimos sería más recomendable. Tasa de renovación de aire La capacidad de ventilación con la que debemos trabajar dependerá del volumen de aire de la granja y, por lo tanto, del aire que debemos mover. Para la primera fase de ventilación mínima debemos renovar todo el volumen de aire cada ocho minutos, pero en base a un temporizador que trabaje en ciclos de cinco minutos y a un porcentaje de funcionamiento que dependerá de la edad de los pollos según la Tabla 2. Durante el tiempo en el que los ventiladores estén parados, el aire caliente se acumulará en la cumbrera y el frío descenderá. Una vez que éstos comiencen a funcionar, el aire frío de la calle llegará hasta la cumbrera, donde se mezcla con otro más caliente expandiéndose y aumentando su capacidad para retener agua. El tiempo mínimo de funcionamiento de los ventiladores debe ser de un minuto para garantizar una buena uniformidad de ventilación en toda la nave. Para comprobar si el sistema está funcionando correctamente hay que medir la velocidad en las entradas de aire y que cada una sea la que corresponda dependiendo de la anchura de la nave. Si la temperatura se mantiene por encima de la deseada, el sistema de temporización deberá de dejar de funcionar y los ventiladores estarán trabajando todo el tiempo. Si la temperatura sigue subiendo, se iniciará la segunda fase de ventilación mínima en la que tendrá que haber capacidad de ventilación para renovar todo el volumen de aire de la nave cada cinco minutos, y estará controlada por el termostato y no por el temporizador. Para mantener la misma presión negativa, en la segunda fase de ventilación, se tendrán que abrir más tubos o las trampillas de entrada se abrirán más. Una posibilidad es instalar diez tubos de 125 mm de diámetro por cada 10.000 m3 de capacidad de extracción para la primera fase de ventilación mínima y trampillas de apertura mecánica para la segunda. Una vez calculada la capacidad de extracción necesaria, el siguiente paso es contabilizar la velocidad de entrada de aire que podremos modificar cerrando o abriendo tubos, según sea necesario.

Ventilación de invierno en granjas avícolas

 

Gestionar adecuadamente el aire que circula por las granjas avícolas resulta fundamental para combatir las elevadas temperaturas que sufren las aves, mejorar su bienestar y optimizar el desarrollo de su sistema cardiovascular, respiratorio e inmunológico.

Juan Carlos Abad

Veterinario de Cobb Española

La ventilación en las granjas avícolas tiene fundamentalmente dos objetivos. El primero es facilitar las necesidades de oxígeno que tienen los animales mediante aire fresco y eliminar el exceso de humedad y los gases nocivos que se producen durante su crianza, como el amoniaco, anhídrido carbónico y dióxido de carbono. El segundo es luchar contra las altas temperaturas que sufren las aves durante los periodos estivales, disminuyendo la temperatura con sistemas de ventilación en túnel y de enfriamiento evaporativo mediante nebulizadores de alta presión o paneles húmedos a través de los cuales hacemos pasar el aire. Tradicionalmente, a estos dos diferentes objetivos de los sistemas de ventilación se les ha denominado ventilación de invierno o de mínimos y de verano. En esta revisión se tratará de la primera de ellas. Los avicultores siempre han dado mucha importancia a la ventilación de las aves. Inicialmente se hacía mediante la subida y bajada de ventanas, lo que se conoce como ventilación natural. No obstante, con la mejora del potencial genético de las aves y el aumento en sus requerimientos de oxígeno, ese tipo de ventilación no era capaz de satisfacer sus necesidades. Hoy en día, para obtener buenos resultados productivos, es necesario contar con un buen sistema de ventilación de invierno que trabaje desde la primera semana de vida, que es probablemente el periodo más importante en la crianza de los pollos. En ese momento es cuando se requiere un óptimo desarrollo del sistema cardiovascular, respiratorio e inmune que se necesitarán durante las últimas fases de crecimiento para obtener un pollo sano y saludable. Además, en el Real Decreto 692/2010 del 20 de mayo, se establecen las normas mínimas para la crianza de pollos dependiendo de la densidad de alojamiento. Cuando se críen los pollos a 39 Kg/ m2 se dispone, entre otras exigencias, las referentes a la calidad del aire en el que se crían los pollos: Amoniaco<20 ppm CO2<3000 ppm %HR<70%(durante 48 horas) con Tª ext<10ºC Inicialmente las necesidades de ventilación se calculaban en función de los kilogramos de carne que se alojaban en la granja, sin tener demasiado en cuenta el volumen total de aire, ni el recorrido que hace éste cuando entra en la granja. Durante los primeros días de vida de los animales, la ventilación mínima es importante, tanto en los periodos de frío como en los de calor, cuando los animales son muy sensibles a las corrientes de aire y a los niveles altos de amoniaco.

REQUISITOS NECESA RIOS

Entre los requisitos que se necesitan para obtener una buena ventilación de invierno son crear presión negativa, la dirección y velocidad del aire en la entrada a la granja y por último calcular la tasa de renovación de aire en base al volumen de la granja.

Presión negativa

Crear presión negativa es la mejor manera de lograr una buena distribución del aire en toda la granja con ventilación mínima. Esto se logra mediante el equilibrio entre la capacidad de extracción de los ventiladores y la superficie de entrada de aire. Una vez que se crea presión negativa en la nave, el aire entra por los puntos que tengan menor resistencia, que serán las entradas de aire dispuestas para ello, pero, además, por todos los huecos que tenga la nave. Cuantos más haya, mayor dificultad tendremos en crear la caída de presión que buscamos en la nave. Los puntos habituales por donde suele haber huecos por los que entra el aire son: el caballete del techo, alrededor de los ventiladores, alrededor de las puertas, alrededor de las ventanas en caso de naves abiertas, a través de las persianas de los ventiladores que no estén en funcionamiento (ventiladores de verano), por los paneles de humidificación… La nave debe sellarse lo mejor posible para que el aire no entre por estos huecos, pues no dirigirán éste correctamente hacía la parte superior de la nave, e incluso pueden crear corrientes de aire frío a la altura de las aves. La presión negativa determinará la velocidad del aire en la entrada de la nave y para su cálculo debemos tener en cuenta el ancho de la nave atendiendo a Tabla 1.

Dirección y velocidad del aire en la entrada En una nave con ventilación estática el aire caliente siempre tiende a acumularse en la parte superior de ella, y el aire frío tiende a caer al suelo. Por ello el aire frío de la calle tiene que ir dirigido hacia la cumbrera para aprovechar ese aire caliente. La única manera para hacer esto es que el aire entre con velocidad y dirigido hacia la cumbrera.

La velocidad se consigue, como hemos comentado anteriormente, creando presión negativa en la nave y la dirección mediante trampillas o tubos que dirijan el aire entrante. Los tubos tienen la ventaja de que ayudan a dirigir el aire a la cumbrera más fácilmente que las ventanas y evitan que el aire entrante choque contra las vigas que estén a la vista o con conductos eléctricos que estén colocados en el techo. Por último, hay que impedir que el viento entre a través de los tubos colocando un pequeño codo en el extremo que se encuentra fuera de la nave, y así evitamos que el aire entrante caiga a la altura de los pollitos creando corrientes de aire, enfriando la cama y provocando condensación. El aire también puede entrar a través de ventanas especiales o trampillas que lo dirigen hacia la cumbrera. Estas trampillas pueden ser motorizadas o simplemente abrirse de forma mecánica al aumentar la presión negativa. Estas ventanas tienen que tener un sistema de protección contra el viento, ya que si no el mismo viento puede aumentar la superficie de entrada disminuyendo la presión negativa de la nave y dificultando que el aire llegue a la cumbrera cayendo al suelo antes de mezclarse con el aire caliente que se acumula en la parte alta de la nave.

Este tipo de trampillas permite aumentar la superficie de entrada de aire a medida que aumentamos la extracción, manteniendo la misma velocidad de entrada y incrementando el volumen de aire que entra. Cuando las naves que vamos a ventilar están cerradas con techos lisos y sin obstáculos, este tipo de trampillas son probablemente la mejor elección, pero siempre que estén bien protegidas contra el viento dominante. En el caso de naves abiertas, donde suele haber más entradas parásitas y los techos suelen tener las vigas a la vista, la instalación de tubos para la ventilación de mínimos sería más recomendable.

Tasa de renovación de aire

La capacidad de ventilación con la que debemos trabajar dependerá del volumen de aire de la granja y, por lo tanto, del aire que debemos mover. Para la primera fase de ventilación mínima debemos renovar todo el volumen de aire cada ocho minutos, pero en base a un temporizador que trabaje en ciclos de cinco minutos y a un porcentaje de funcionamiento que dependerá de la edad de los pollos según la Tabla 2. Durante el tiempo en el que los ventiladores estén parados, el aire caliente se acumulará en la cumbrera y el frío descenderá. Una vez que éstos comiencen a funcionar, el aire frío de la calle llegará hasta la cumbrera, donde se mezcla con otro más caliente expandiéndose y aumentando su capacidad para retener agua. El tiempo mínimo de funcionamiento de los ventiladores debe ser de un minuto para garantizar una buena uniformidad de ventilación en toda la nave.

Para comprobar si el sistema está funcionando correctamente hay que medir la velocidad en las entradas de aire y que cada una sea la que corresponda dependiendo de la anchura de la nave. Si la temperatura se mantiene por encima de la deseada, el sistema de temporización deberá de dejar de funcionar y los ventiladores estarán trabajando todo el tiempo. Si la temperatura sigue subiendo, se iniciará la segunda fase de ventilación mínima en la que tendrá que haber capacidad de ventilación para renovar todo el volumen de aire de la nave cada cinco minutos, y estará controlada por el termostato y no por el temporizador. Para mantener la misma presión negativa, en la segunda fase de ventilación, se tendrán que abrir más tubos o las trampillas de entrada se abrirán más. Una posibilidad es instalar diez tubos de 125 mm de diámetro por cada 10.000 m3 de capacidad de extracción para la primera fase de ventilación mínima y trampillas de apertura mecánica para la segunda. Una vez calculada la capacidad de extracción necesaria, el siguiente paso es contabilizar la velocidad de entrada de aire que podremos modificar cerrando o abriendo tubos, según sea necesario.